Por Mookie Tenembaum
Un servidor de inteligencia artificial (IA) de última generación, impulsado por varias GPUs H100 de NVIDIA (NVDA), puede costar hasta USD 400 000. Ese número impacta, pero lo más sorprendente no es el precio final: es a dónde va a parar ese dinero. Porque el valor real no está en los metales, ni en el silicio, ni en el ensamblaje. Está, como en casi todo en esta nueva economía, en la propiedad intelectual (IP, por su sigla en inglés). Cada vez que alguien compra uno de estos servidores, se activa una cadena invisible de pagos a empresas que, en muchos casos, ni siquiera construyen nada físico, y sin embargo, son las que más ganan.
Para entender esto, hay que abrir el servidor y mirar con lupa. En su interior hay componentes sofisticados, sí, pero lo esencial es quién diseñó qué, y qué tan indispensable es cada una de esas licencias. Esto no es una computadora de escritorio. Es un conglomerado de invenciones, cada una patentada, registrada y cuidadosamente monetizada.
De esos USD 400 000 hipotéticos, se estima que el 70% (USD 280 000) se paga por propiedad intelectual. Solo el 30 % (USD 120 000) corresponde a materiales físicos, ensamblaje y logística. En otras palabras, la mayor parte del dinero no va al que fabrica, sino al que pensó. ¿Quiénes son esos “dueños de ideas” que cobran cada vez que se ensambla un servidor de IA? Vamos uno por uno.
NVIDIA – USD 120 000 (30 %) (NVDA)
Es el corazón del servidor. Las GPUs H100 son lo que lo vuelve “inteligente”. Pero más que el chip, lo que se paga es la arquitectura interna, la plataforma CUDA, el diseño térmico, la forma de comunicación entre tarjetas. Cada una de esas capas está protegida por IP. Cada venta de servidor le deja a NVIDIA una porción monumental, incluso si no fabricara ni un tornillo.
ARM – USD 32 000 (8 %) (ARM)
Aunque las GPUs hacen el trabajo pesado, el servidor necesita un cerebro generalista. Ahí entra ARM, con su arquitectura de CPU ampliamente licenciada. NVIDIA, Google y casi todos los fabricantes utilizan sus diseños como base, y cada uso implica pagar. ARM no vende chips: cobra por dejar pensar.
Licencias de memoria y controladores – USD 48 000 (12%)
Para mover los datos rápido, hace falta memoria de alto rendimiento (como HBM) y controladores especializados. Aunque los chips de memoria los fabrique SK Hynix (000660.KQ), Micron (MU) o Samsung (005930.KS), buena parte de las tecnologías detrás, como la interfaz, el estándar, el diseño; pertenecen a consorcios como JEDEC (no cotiza) o empresas como Rambus (RMBS). Cada uso, cada chip, significa una comisión.
IP cores embebidos – USD 20 000 (5%)
¿Querés que el servidor se comunique con otros equipos? Necesitás puertos PCIe, USB, ethernet, decodificadores de video, DSPs, etc. Todo eso se consigue licenciado. Empresas como Synopsys (SNPS) y Cadence (CDNS) venden estos bloques de funcionalidad como si fueran piezas de Lego digitales. No las ves, pero sin ellas, el servidor no funciona.
I+D y patentes – USD 40 000 (10%)
Aquí entra todo lo que fue innovación industrial: nuevos métodos de litografía, técnicas para reducir consumo, formas de evitar interferencia electromagnética. Empresas como Intel (INTC), TSMC (TSM), Qualcomm (QCOM) y muchas más tienen miles de patentes en juego. Cada fabricante que pisa una de esas ideas tiene que pagar.
Interconexión propietaria – USD 20 000 (5%)
Una sola GPU no basta. Los servidores más potentes combinan muchas, y para eso se necesita una red de alta velocidad. Tecnologías como NVLink (de NVIDIA, NVDA) o InfiniBand (originalmente de Mellanox, ahora propiedad de NVIDIA) permiten esa conexión. También son propiedad intelectual pura. Cada vez que se usan, generan ingresos.
Materiales físicos – USD 120 000 (30%)
Incluyen el silicio, el aluminio, las fuentes de alimentación, el sistema de enfriamiento, los cables, los conectores y el chasis. Se necesita para que todo funcione, pero comparado con lo anterior, representa solo una fracción del valor. Son los cimientos de un castillo de ideas.
El resultado final es claro:
• USD 280 000 van a propiedad intelectual
• USD 120 000 a materiales físicos y ensamblado
En el mundo del hardware para IA, el dinero no sigue a la materia, sigue a la mente. Y cada mente que aportó una pieza esencial al rompecabezas, desde la arquitectura de un chip hasta la forma de enchufar un cable, cobra su parte. Cada servidor de AI vendido es, en el fondo, un homenaje económico a décadas de invención. Y el negocio de pensar nunca fue tan rentable.
Las cosas como son
Mookie Tenembaum aborda temas de tecnología como este todas las semanas junto a Claudio Zuchovicki en su podcast La Inteligencia Artificial, Perspectivas Financieras, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.
